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domingo, 29 de enero de 2017

LA BICICLETA VOLADORA

   Es el nuevo proyecto de Germán R. Blanco en Rioja Baja, creador de interesantes y personales vinos como Quinta Milú, Casa Aurora o San Esteban, pero esta vez con su colaborador y amigo Javier Colio, han realizado un vino de viticultura tradicional, orgánica y sostenible.



   Este vino se hace sin nada de madera, pues lo crían en depósitos de hormigón y huevos flextank durante siete meses. Si estas leyendo esto y te estas preguntando que son los huevos flextank y que le aportan al vino, que sepas que son recipientes ovalados, que no están realizados con madera, (lo están con polímeros específicos, aprobados y certificados tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea) y que según sus creadores: "Aportan una micro-oxigenación idéntica al de una barrica, pero sin dejar escapar los compuestos volátiles". Dicen que una de cada cinco bodegas en los EEUU ya los utilizan.  
   Tienen una higiene impecable, y un coste bajo, lo que los hace ser un producto muy útil y atractivo para los que deseen realizar vinos como los que hace Germán, vinos que se acerquen a la pura esencia misma de la naturaleza. Y los creadores de la Bicicleta Voladora, que se definen como "Embotelladores de paisajes" lo tienen claro. Cito: "¡Queremos vinos frescos, fluidos y verticales! ¡Elaborados con uvas felices, sin porquerías y sin madera!".
Los huevos donde se cría la "Bicicleta Voladora". 


   Las variedades que han utilizado para construir esta belleza son la tempranillo y la viura. Si: tinta mas blanca, has leído bien. Y que genial les ha quedado.

   Esta es su primera añada, la 2015, y fue embotellada en noviembre de 2016, con una producción de 13.800 botellas.

   A la hora de catarlo, destacar a la vista, su color granate con brillos y reflejos rubíes y azules. En una primera cata, recién abierto y servido sin darle tiempo, me sorprendió por sus aromas cítricos y florales muy intensos. En una segunda cata con mas tiempo de oxigenación, prevalecieron los aromas a frutos rojos: frambuesa y cerezas, y seguían algunas notas florales. En boca, cierta potencia a la entrada, frescor y buena acidez, los recuerdos a frutas del bosque, el peso de fruta notable, y sobre todo una persistencia sorprendentemente larga para un vino joven.

   Mientras lo bebía, para mi fue inevitable acordarme de aquella canción "Bicycle Race" (1978), del álbum "Jazz" de la majestuosa banda británica Queen: "I want to ride my bicycle, i want to ride my bike". Siempre tan hábiles Freddie Mercury y sus compañeros, para mezclar rock con sonidos operísticos o sinfónicos y con otros sonidos modernos de cualquier estilo, el que tocara. Manejaban unos cambios de ritmo asombrosos y con un colosal gusto por la melodía, eran capaces de embarcarte en cientos de aventuras, pasando a través de un laberinto sonoro juguetón, algo gamberro y a la vez solemne, sobre todo en sus discos de los setenta. Gamberra y a la vez seria por su pureza, es la "Bicicleta Voladora".

La "Bicicleta Voladora" junto a un viejo maxi-single de Queen con "Bicycle Race" y "Fat Bottomed Girls".

   Al igual que Queen, la habilidad de Germán y sus compañeros, para crear obras altamente disfrutables, divertidas, frescas, originales (y recordables en el tiempo), esta fuera de toda duda.