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lunes, 17 de abril de 2017

TÍO UCO

Hoy toca hablar de un vino de uno de los jóvenes elaboradores (llamado Alvar de Dios) de los que nos gusta tanto hablar y que son la auténtica revolución del vino español, en cuanto a calidad, diferenciación y pasión por lo que hacen. Serios y concentrados, son capaces de producir vinos muy elegantes y distinguidos o al contrario muy divertidos, pero siempre originales (siempre son opiniones al fin y al cabo). La cuestión es que es la generación que contribuye y mucho en subir el consumo del vino español dentro y fuera de este país, pues poco a poco esta llamando al tan deseado público joven a acercarse al interesante mundo del vino. Soplan nuevos aires en España, país que muchos años fue reacio a cambiar. Y es con una nueva generación de enólogos y "viñerones", que generalmente trabajan respetuosos con la naturaleza y con las tradiciones antiguas pero con los medios y conocimientos modernos, y con la experiencia adquirida en diferentes lugares dentro y fuera del país. 

Alvar de Dios es un tío que entró en el mundo del vino por casualidad, ha declarado que las viñas se acercaron a él en lugar de lo contrario. Huye de las etiquetas y hace bien, pero forma parte de lo que estamos comentando, pues realiza un vino "cojonudo" que tan solo lleva un par de añadas en el universo vitivinícola. Aquí lo analizamos un poquito: 


Tío Uco 2015 es un tinto de la D.O. Toro, provincia de Zamora, de uva tinta de Toro, por supuesto. Pasa antes de salir al mercado unos 5 meses en "fudres" o "foudres"; según la Real Academia Española de la Lengua, un "fudre" es un recipiente de madera para el vino, generalmente de gran tamaño. 
A veces los fudres eran "colosales".

A la vista resultó un vino medianamente cubierto, de color rojo granate, limpio y brillante con ribetes violáceos, demostrando su juventud. Huye de los típicos vinos con mucha extracción y peso, lo cual se nota en vista y boca. 

En nariz destacaron sus frutas del bosque en especial moras, también arándanos, frambuesas, minerales y especias. Es balsámico y con unos leves recuerdos a vainilla de la crianza.

En boca notamos que no es un vino pesado es más bien ligero, con un cuerpo medio, fresco y vivo, de buena acidez. En retronasal volvieron los recuerdos a frutas del bosque, y una persistencia media, fácil de beber, agradable, goloso y equilibrado. Ideal para acercar al público que quiere iniciarse en esto del vino por su sencillez y su chispa, aunque no exento de elegancia. También recomendado para aquellos "winelover" que buscan buenas experiencias con calidad precio. Probarlo es disfrutarlo. 

Personalmente contemplar su etiqueta me trajo recuerdos de la década de los ochenta, como una divertida vieja canción que no por ser clásica y familiar deja de sonar fresca y sincera, moderna en definitiva. Si quizás opinas que merece algo mas directo y salvaje, pues ésta otra siempre resulta para acompañar.