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sábado, 27 de agosto de 2022

LA FORMA DE QUEDARSE. Por Sara González.

Tras tres años sin vacaciones y con unas circunstancias personales de lo más desgastantes y exigentes, tenía muchas ganas de volver a Salamanca para disfrutarla, para reencontrarme con ella desde la perspectiva del ocio y el cariño de los míos, ansiosa de citas sin hora y gozar de un poco de espontaneidad, ese bien tan cotizado cuando eres madre, oficio en el que las rutinas diarias se van sorteando en una especie de carrera de obstáculos entre el querer y el poder, en un sacrificio personal permanente a cambio de no sacrificar a otros. Y antes de que me pongan la etiqueta de rigor… si, quiero mucho a mis niñas y no me arrepiento de ser madre y blablabla.

Decir que estaba cansada es un eufemismo, estaba exhausta; sin embargo, de todos los sitios a los que hubiera podido ir, decidí regresar a mi ciudad otra vez, para saborearla y patearla, para que nietas y yayos se disfrutaran y entretuviesen mutuamente, para bañarme en las amistades de toda la vida y en las nuevas, para trasnochar, beber y bailar. Para ponerme guapa y que alguien me lo dijera, para usar tacones y que no fuese para ir a trabajar, para deshacer un nudo que traía desde la primavera, para que el sacacorchos lo usaran otros.

No suelo albergar expectativas sobre casi nada, pero hay que reconocer que no conseguí muchas de las cosas que fui a buscar. No he salido de noche más que un día, hay amigos que no he conseguido ver pues libran sus propias batallas, no he bailado y los nudos lejos de deshacerse, se hicieron más gordos.
Caminé mucho sola, recorrí las calles que me hicieron, que me construyeron, por las que pasé tremendo frío y por aquellas en las me besaron. Caminar por tu ciudad de origen genera un efecto espejo y puede resultar un engaño para el alma. Tu subconsciente buscará la forma de quedarse, las razones e incluso las fuerzas para hacerlo. Es una trampa, un nuevo intento de huída, el mecanismo lógico de fuga de un alma que busca lo necesario para seguir: La motivación.

Sin embargo soy suficientemente mayor y experimentada como para saber que con eso no basta. 
Las piedras de Salamanca me devolvían la imagen de aquella jovencita insegura que siempre anteponía a los otros y a los estándares que esos otros ponían sobre ella y que por supuesto, nunca era capaz de alcanzar. Mientras tanto, soterraba sus propios deseos, inclinaciones e incluso talentos por considerarlos respectivamente inválidos, arriesgados o insuficientes.
Por supuesto no puedo negar que siempre he sido un poco salvaje, algo indómita, un poquito feroz a pesar de mi extrema, demasiada, responsabilidad. Eso, para una pequeña ciudad de provincias a veces puede resultar demasiado llamativo de forma que no se puede negar, que en cualquier caso, salir me liberó y que alejándome de tanta exigencia personal y social de comportamiento conseguí darme de bruces con la única persona ante la que pienso responder hasta el último día: Yo.

En todo este viaje hacia el interior he bebido mucho y bien, casi siempre anidada en mi butaca de La Fea Vinos y Tapas en Salamanca, mi nuevo lugar en el mundo, en el que me siento más feliz, relajada, querida y bien regada, más no se puede pedir. Su oferta de vino por copa y botella es lúcida y cuidadosa, su servicio y cristales impecables y la oferta de picoteo excelso es divertida, completa y con un bien medido riesgo. Sus integrantes son un conjunto de dispares personalidades masculinas, valientes y currantes y mi corazón ya se alegra en cuanto ve esas baldosas bicolor. Además, la selección de vinos canarios lleva mi nombre, en un pedazo de detalle que se marcaron haciendo la carta, en el que creo, es el alarde de ternura más grande que alguien ha hecho por mí dentro y fuera de una barra. Habrá quien prefiera flores, a mí se me conquista así.




Lo bueno de transitar la vida a calzón quitado y sin planes como yo lo hago, es que te permite 
apreciar todo lo que inesperadamente va llegando como si fuera el día de Reyes, aunque se trate de cosas pequeñas, las recibo con gran entusiasmo, yo soy muy de entusiasmo, es la verdad. Así que cabe destacar que frente a amigos que no han podido dedicarme ni quince minutos otros han querido estar conmigo más de un día, que otros, a pesar del tiempo transcurrido, me han confesado una vez más sus tribulaciones. Que mientras algunas llamadas no han sido contestadas, mis compadres Lorena Costas y Primitivo Collantes cerraron sus vacaciones conmigo en mi ciudad y otro buen amigo y compañero de profesión, vino incluso desde otra comunidad autónoma para brindar conmigo y ver mi ciudad dorada.
Que frente a familia desaparecida hay otras que me reciben como si hubiera estado en su casa el día antes. 


Que gracias a carambolas del destino, hemos conseguido reunirnos casi todo el grupo de amigas en su totalidad.
Que frente a miradas reprobatorias o displicentes he descubierto nuevos ojos capaces de aguantarme la mirada y empujarme a cumplir metas y objetivos nuevos.
He podido visitar a amigos en sus trabajos y alguno incluso saltó del suyo solo para darme dos besos. 
He visitado un salón de vino natural desarrollado en una bodega subterránea acompañada de los jefazos del vino de Consentido, a cual más divertido y humilde, gente sencilla y fetén. 
Me han escoltado los mejores compañeros de vinatería a conocer el proyecto de vinos fronterizos de Inma Badillo y a abrazar a la inigualable Charlotte Allen y yo me desahogué y reí en su “discoteca”; en el camino hemos generado oportunidades, sinergias, futuro.



He sobrevolado la presa de La Almendra en un cohete azul y he visto a El Brujo versear a Lázaro de Tormes en un castillo, mientras la luna llena que brillaba en lo alto me pasaba por encima como una apisonadora en mi única noche fuera, para que me entregara a la vida de la única manera en que se merece: Sin reservas, comiéndose hasta el envoltorio de los días en esta aventura en la que la única certeza con la que jugamos es que acabaremos muertos.




Como ven Salamanca tiene mucho que aportar, está más que nunca, para comérsela y bebérsela y yo, me he propuesto ayudarles en ese cometido. Porque hay muchas formas de quedarse.


2 comentarios:

  1. Que bonito escribes Sara! Gracias por las recomendaciones y por hacernos sentir muy identificadas con todo esto de la maternidad y otros quehaceres. A vivir que son dos días!

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